Dr. Enrico Rezende: “Necesitamos desarrollar y poner en práctica de inmediato planes de adaptación climática para asegurar un mejor futuro”
octubre 23, 2023
Enrico Rezende es doctor en Ecología de la Universidad de California en Riverside y actual académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile e investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES. Su principal línea de investigación se centra en la biología térmica y el impacto del cambio climático en las comunidades ecológicas. Fue integrante y director del Grupo de Estudio de Biología 1 de FONDECYT y es Editor Senior del periódico científico Functional Ecology de la British Ecological Society. A continuación, nos gustaría compartir una reciente columna publicada en Emol, en coordinación con el Proyecto Ciencia 2030 UC, de su autoría.
Olas de calor y la salud de
nuestros ríos y lagos
Este último año se ha registrado, así como en los años anteriores, eventos
climáticos cada vez más extremos. Olas de calor han barrido California, Grecia,
Siberia, el Medio Oriente, el sudeste asiático y otras regiones durante el
verano, con temperaturas que se acercan y superan los 50°C. Mientras tanto, en
Sudamérica se han registrado temperaturas elevadas sin precedentes durante este
invierno.
Estos extremos climáticos se están volviendo más frecuentes. En Chile, esto
explica en parte la menor cobertura de nieve en la cordillera año tras año, los
incendios en el verano y tormentas más extremas en periodos de El Niño.
Entretanto, a parte del impacto de estos eventos en nuestra salud,
infraestructura y sociedad, ocurre de forma silenciosa una tragedia climática
más amplia: el daño generalizado a los ecosistemas acuáticos de los que
dependen nuestras fuentes de agua, la agricultura, la industria pesquera y la
piscicultura.
Muchas personas pueden percibir los lagos y ríos como refugios contra el
calor sin precedentes, pero los sistemas de agua dulce no son menos sensibles.
En estos últimos años las olas de calor han matado a miles de peces en Alaska, Inglaterra
y Australia, ya que las temperaturas superaron el límite letal que pueden
tolerar estas especies. ¿Qué tan frecuentes son estos eventos extremos? Y
teniendo en cuenta que estos eventos son excepcionales, ¿cómo se ven impactados
los ecosistemas por un calentamiento menos extremo, pero que ocurre con mayor
frecuencia?
Muchos ecólogos, incluyendo investigadores en nuestro laboratorio, vienen
estudiando este problema. El calentamiento de las aguas conlleva a un doble
desafío a los animales acuáticos como peces y pequeños invertebrados, porque su
metabolismo y requerimientos energéticos aumenta con la temperatura, pero hay
menos oxígeno disuelto para mantenerse vivo y activo.
Nuestra investigación ha demostrado, además, que la tolerancia al calor
disminuye en aguas con baja oxigenación, lo que podría explicar en parte estos
eventos de mortalidad masiva registrados durante las olas de calor. En la
actualidad, estamos desarrollando herramientas para diagnosticar bajo qué
combinaciones de temperatura y oxigenación las comunidades de organismos de
ríos y lagos pueden verse amenazadas, y así hacer más eficiente el monitoreo de
los sistemas dulceacuícolas de Chile.
Por supuesto, las olas de calor extremo no afectan solamente la temperatura
y oxigenación del agua, y la realidad es lamentablemente mucho más compleja.
Con el cambio climático y eventos extremos, cambian también las tasas de
evaporación, los regímenes de precipitación y erosión del suelo, el caudal de
agua y la cantidad de nutrientes arrastrados hacia los ríos, lagos y océanos.
Para el final de este siglo, se proyecta que la evaporación aumentará en un 16 por ciento a nivel mundial. Y las elevadas temperaturas también aceleran el deshielo, por lo que los glaciales estacionales van a disminuir y en muchos casos perder su capacidad como reservorios de agua, y la concentración de sales y nutrientes en el agua restante debe conducir a una mayor disminución de la calidad del agua.
Además, temperaturas más elevadas, junto con tormentas intensas que
arrastran grandes cantidades de nutrientes y contaminantes, pueden crear las
condiciones perfectas para floraciones de algas productoras de toxinas. Éstas
pueden provocar la mortalidad masiva de peces y aves, así como representar una
seria amenaza para la salud del ganado, las mascotas, la vida silvestre y los
seres humanos, como quedó pasmado este año en el lago Villarrica.
Uno de los grandes problemas con los extremos climáticos es su naturaleza
impredecible y, valga la redundancia, extrema. Son eventos por poco frecuentes,
pero sus impactos se sentirán rápidamente y a menudo sin previo aviso, dejando
poco tiempo para la adaptación. En ríos y lagos sus impactos pueden a primera
vista parecer imperceptibles, pero estas comunidades también se ven afectadas,
con potenciales repercusiones para nuestra sociedad, salud y suministro de agua
dulce.
Por estas razones, necesitamos desarrollar y poner en práctica de inmediato
planes de adaptación climática. Empleando estrategias de mitigación basados en
evidencia, podemos no solamente disminuir el impacto del cambio climático y
nuestras actividades en los ecosistemas naturales, sino además asegurar un
mejor futuro para las siguientes generaciones.