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Marianne Buscaglia: la candidata a doctora en Ciencias Biológicas que estudia virus de gran tamaño

noviembre 18, 2024


photo_camera El estudio resalta la necesidad de entender mejor cómo estos virus, como parte de las comunidades de microorganismos marinos, están respondiendo al cambio climático. Fotografía gentileza de Marianne Buscaglia

Un estudio reciente publicado en The ISME Journal, titulado “Estrategias de adaptación de los virus gigantes a los ecosistemas marinos de baja temperatura”, ha revelado información clave sobre la diversidad de los virus gigantes y las adaptaciones genéticas que les permiten prosperar en ambientes marinos de bajas temperaturas. Este grupo de virus que solo son visibles bajo un microscopio infecta organismos eucariotas, como animales, plantas y hongos.

La investigación es parte del trabajo de tesis de la investigadora Marianne Buscaglia, del doctorado en Ciencias Biológicas mención Genética Molecular y Microbiología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, bajo la tutoría de la académica de la Facultad de Ciencias Biológias, Beatriz Díez, investigadora principal del Centro de Regulación del Genoma (CRG).

“Cuando pensamos en virus, lo primero que se nos viene a la cabeza es algo negativo y dañino. Sin embargo, los virus son agentes fundamentales para conservar la biodiversidad y mantener el equilibrio de los ecosistemas”, afirma la candidata a doctora y agrega: “Nuestro trabajo se enfocó en un grupo particular de virus, los virus gigantes, ya que ellos regulan a importantes organismos que habitan los océanos, entre ellos miembros del fitoplancton”.

El estudio identificó y analizó los genomas de virus gigantes marinos pertenecientes a los grupos Nucleocytoviricota y Mirusviricota. “Nos enfocamos en aquellos que habitan en ecosistemas marinos fríos como los de la Patagonia y los polares, de Antártica y el Ártico, y analizamos cómo se han adaptado para prosperar en condiciones extremas”. Los virus fueron recolectados en los fiordos de la Patagonia chilena y en aguas del Océano Antártico.

Al comparar estos datos con los virus de regiones árticas, los investigadores encontraron que estos virus muestran una mayor proporción de tipos virales únicos que sólo habitarían regiones con temperaturas menores a 2ºC (especialmente en Antártica) o -10ºC, con un alto grado de endemismo, comparados con los de  regiones más cálidas que estarían adaptados a un rango más amplio de temperaturas.

Las adaptaciones genéticas observadas en estos virus de aguas frías incluyen cambios en la frecuencia de ciertos aminoácidos de sus proteínas, lo que les permitiría adaptar su estructura para funcionar eficazmente en condiciones más frías. Estas modificaciones no son comunes en virus que habitan en aguas cálidas, lo que subraya la especialización de estas entidades biológicas para sobrevivir en ambientes extremos.

Calentamiento global

El cambio climático, a través del calentamiento global, está provocando un aumento en la temperatura de los océanos, lo que podría afectar negativamente a estos virus adaptados al frío, poniendo en riesgo esta biodiversidad única. A medida que los océanos se calientan, los hábitats que actualmente sostienen a estos virus podrían desaparecer, forzándolos a adaptarse nuevamente o a enfrentar una posible extinción.

“Entender que muchos de estos virus gigantes son además exclusivos de estas regiones frías subraya su vulnerabilidad, y nos lleva a reflexionar sobre cómo el cambio climático podría afectarlos y, en consecuencia, también alterar el funcionamiento de estos ecosistemas”, dice Marianne Buscaglia. La potencial pérdida de estos virus podría tener consecuencias significativas para los ecosistemas marinos fríos, ya que estos virus juegan un papel crucial en la regulación de las poblaciones microbianas y en los ciclos de nutrientes. Su desaparición podría, por tanto, alterar estos procesos, afectando la salud y el equilibrio de los ecosistemas marinos.

El estudio resalta la necesidad de entender mejor cómo estos virus, como parte de las comunidades de microorganismos marinos, están respondiendo al cambio climático. La protección de la biodiversidad en los océanos, especialmente en regiones polares, es fundamental para mantener la estabilidad de estos ecosistemas en un mundo en constante cambio.

Gestión de Prensa: Milena Murillo, directora de Comunicaciones Instituto Milenio Centro de Regulación del Genoma



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