Una alternativa para reducir el plástico que tenemos en el planeta: “comérselo”
marzo 27, 2023
Con el llamado a tomar acción urgente contra el cambio climático, la noche del pasado sábado 25 de marzo, Chile se sumó a la “Hora del Planeta”: la mayor acción global voluntaria por el medio ambiente, organizada por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés).
Esta celebración se produjo la misma semana en que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicó un nuevo informe en el que advierte de que, “la ventana de oportunidad para lograr un futuro vivible y sostenible para todos”, se está cerrando rápidamente. El documento recuerda que la temperatura global de la superficie del planeta se ha calentado desde 1970 a mayor velocidad que en cualquier otro periodo de 50 años de los últimos dos milenios y llama, una vez más, a reducir las emisiones y el consumo.
Por ejemplo, al día de hoy, apenas un 9% del plástico que se elabora en el planeta es reciclado, de acuerdo a un artículo de National Geographic. No es mucho, si pensamos que la producción mundial de plástico, según la misma publicación, ha alcanzado las 8.300 millones de toneladas métricas, gran parte de la cual se transforma en basura, terminando principalmente en los océanos. Y se espera que, para 2050, la producción llegue a los 12 mil millones de toneladas
En relación a aquello, investigadores nacionales e internacionales se reunieron hace unos días en la conferencia “Life in Plastic is NOT Fantastic”, realizada recientemente en el Centro de Innovación UC. En el encuentro se abordó la acumulación de la contaminación plástica en ambientes terrestres y marinos, y las soluciones emergentes y amigables con el ambiente provenientes desde la biotecnología.
Como explica César A. Ramírez-Sarmiento, académico del Instituto de Ingeniería Biológica y Médica (IIBM), “desde el punto de vista ambiental, vimos cómo la mayoría de los plásticos se acumulan en nuestros ambientes marinos en la forma de microplásticos, desechando la idea de las mal llamadas “islas de basura” que han sido parte del relato respecto a la contaminación plástica en nuestros océanos. También vimos cómo algunos de estos microplásticos ya han sido encontrados en nuestra costa, y que éstos son consumidos por distintos animales que son parte de nuestra cadena trófica”.
La pregunta entonces es: ¿qué hacemos ante la creciente producción mundial de plástico? Una vía, es el reciclaje.
Como agrega el Dr. Ramírez, en el caso de Chile, “es necesario crear industrias de reciclaje de PET (o tereftalato de polietileno, el compuesto de la mayoría de productos de consumo diario) botella a botella, que permitirán cumplir con las metas que nuestro país ha establecido a nivel legislativo, para promover la incorporación en estas botellas de un porcentaje de PET reciclado en nuestro país. Y a largo plazo, considerar el desarrollo de industrias basadas en el reciclaje biológico, amigables con el medio ambiente, que reduzcan el desecho de los contenedores de PET para el empaque de productos, que son generados por reciclaje mecánico y que, luego de uso, por lo general no son reciclados nuevamente”.
Otra alternativa para reducir la gran cantidad de plástico que tenemos en el planeta, es “comérselo”. Como explica el profesor del IIBM, “hay estudios que han determinado que microorganismos obtenidos a partir de muestras ambientales colectadas en distintos ambientes marinos, contienen enzimas que degradan plásticos”. Particularmente poliésteres como el PET y otros co-polímeros similares al PET, además de otros poliésteres biodegrádales como el PBAT o el PCL. Algunos de estos microorganismos forman consorcios que permiten no solo degradar estos polímeros, sino también eliminar completamente sus productos de degradación a través de su metabolismo.
A lo que se suma la investigación, en la que también participa Beatriz Díez, académica de la Facultad de Ciencias Biológicas, en la que se identificaron una variedad de enzimas en las costas antárticas que pueden degradar o “comer” plásticos a temperatura ambiente a 25 grados celcius, con gran eficiencia.
Estas enzimas “podrían permitir su uso como aditivos en la ropa de poliéster para reducir el moteo en estas vestimentas y con ello aumentar su tiempo de vida útil”. Como concluye el investigador, “algunas de estas enzimas pueden degradar el PET de manera eficiente tanto a temperaturas moderadas de 25ºC como también a altas temperaturas, en algunos casos pudiendo degradar completamente PET de baja cristalinidad sin requerir ningún tipo de tratamiento previo del material, abriendo así la puerta a su posible reciclaje circular mediante biotecnología”.
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