Nuestro profesor y Director del Departamento de Biología Celular y Molecular, Waldo Cerpa, ha participado durante todo el año en el programa de prevención de drogas de la Corte de Apelaciones de San Miguel. La actividad consistía en reuniones donde se les contaba a los adolescentes de manera directa y transparente los peligros del consumo de drogas en todos los ámbitos, tanto sociales, de salud y por supuesto, judiciales.
La estructura de estas jornadas era siempre igual: comenzaba con una obra de teatro donde se recreaba un problema de consumo, con todas sus aristas. Luego, un magistrado de la Corte de Apelaciones de San Miguel explicaba todas las implicancias legales que se desprendían del caso, y al finalizar, un panel de expertos resolvía las dudas de los estudiantes, el cual está compuesto generalmente por cinco profesionales, entre ellos, un fiscal, una asistente social, un profesional del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda) y un científico experto.
Justamente en este rol participó el profesor Waldo Cerpa, avalado por el conocimiento adquirido en el Centro para el estudio del consumo de alcohol en adolescentes (CIAA).
¿Qué le ha motivado a participar en este programa?
“Mi rol en esta conversación con los jóvenes ha sido contarles lo que dicen las últimas investigaciones y los datos sobre el efecto de las drogas en general, sin ponerme en el rol del profesor, o del que da consejos. Simplemente lo que dicen las últimas investigaciones científicas, y eso ha sido bien recibido, porque uno no les “vende” una posición. Mi mensaje se centra en que sepan lo que están haciendo y sus consecuencias”.
Y en esta línea, las últimas investigaciones son claras en señalar que las drogas tienen un efecto nocivo en cerebros en desarrollo. “¡Y eso ocurre hasta los 23 años!”, precisa.
Waldo recomienda revisar esta información del Senda, sobre consumo y sobre conductas de prevención.
¿Y qué le ha aportado esta experiencia al profesor Cerpa?
“Para mí ha sido muy enriquecedor estar en contacto con adolescentes y su realidad concreta y saber qué les preocupa y cómo ven el consumo de drogas. En este sentido, me ha servido para aterrizar mis investigaciones y a darme cuenta del valor positivo que puede tener nuestra labor, porque los adolescentes nos escuchan. Saben que les hablamos desde los datos”, concluye.
¡Revisa acá la actividad del 30 de octubre!