Ciencia 2030: El proyecto que busca extender el campo de acción de la ciencia
marzo 29, 2021
La resonancia magnética nuclear nació de la física para estudiar las moléculas, en la década de 1930, pero no fue hasta los 70’s cuando el médico y biofísico Raymond V. Damadian se le ocurrió usarla como método para distinguir el tejido normal de uno canceroso. Actualmente esta técnica es utilizada ampliamente en el campo de la salud para el diagnóstico de enfermedades.
“¿De qué manera la ciencia impacta en la sociedad y es capaz de resolver problemas y dificultades que nos aparecen en el día a día? Las vacunas son un ejemplo paradigmático, pero hay miles de otros ejemplos en toda la medicina moderna. Lo que ocurre es que en Chile, la ciencia ha estado bastante constreñida a la generación de conocimiento, la elaboración de papers -lo cual es importantísimo- pero ha tenido menos participación en su aplicación práctica”, afirma el decano de Física Max Bañados.
En pocas palabras, lo que busca esta iniciativa es lograr que la ciencia chilena sea más partícipe del país: aumentar su vinculación con la industria y el sector público.
“Actualmente hay muchas oportunidades, tanto en la industria como en el sector público, que no están siendo aprovechadas por los científicos”, afirma Max Bañados. Con la idea de cerrar la brecha entre la investigación básica y la aplicada que existe en Chile, la Asociación de Decanos de Ciencias, presidida entonces por Bañados, se acercó hasta la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo). El organismo acogió la idea, generándose un interesante diálogo entre las universidades y entidades del sector público, como la propia Corfo y el Ministerio de Educación.
El fruto de este diálogo fue el instrumento “Ciencia e Innovación para el 2030”, un programa que permitió que las facultades de ciencia presentaran proyectos para promover la innovación y el emprendimiento de base científica tecnológica, su transferencia a la sociedad y la formación de estas capacidades en sus estudiantes, en el que participaron universidades de todo el país.
La primera etapa fue realizar un diagnóstico y plan de acción. Esto le permitió al equipo de la UC visitar cuatro universidades en Estados Unidos, Europa y Australia. Allí vieron que hay habilidades que son imprescindibles para un científico o científica en el mundo actual, entre ellas, trabajar en equipo, hablar y escribir bien, proponer soluciones prácticas a problemas complejos, la creatividad e innovación, entender números y estadísticas, la ética e integridad, competencias sociales y personales, y habilidad para organizar y priorizar el trabajo. Esto, sin olvidar un conocimiento disciplinar sólido, saber dialogar con otras disciplinas, dar solución a problemas prácticos y ser responsable socialmente.
Todo lo anterior fue recogido en un plan estratégico que fue presentado a Corfo. Este busca fomentar un proceso de transformación en las facultades que imparten programas de estudios en las áreas de ciencias básicas, con el objetivo de permitir una mayor participación de estas en la transferencia tecnológica, innovación y emprendimiento de base científico-tecnológica del país. La propuesta fue aprobada para su implementación hasta el 2025, siendo ahora apoyada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación.
El desafío es formar personas en el área científica profesionalmente capacitadas para trabajar tanto en la academia, como en el mundo público y privado, o para emprender de manera independiente. Potenciar la capacidad de ciencia aplicada e interdisciplina, e incentivar la investigación en el mundo público y privado.
El plan tiene tres ejes. El primero busca incorporar en las mallas de ciencia habilidades transversales, tales como trabajo en equipo, espíritu crítico, comunicación y desarrollo profesional. El segundo es consolidar la vinculación de los profesores con la industria y el sector público. Y el tercero, ofrecer programas de postgrado vinculados con la industria y el sector público. Todo lo anterior se sustenta en un eje transversal: el de liderazgo femenino y equidad de género.
El decano Bañados lo resume en una frase: “La sociedad tiene que ver la contribución de la ciencia y que esto ocurra, es en parte responsabilidad de los científicos”.
Sus miembros representan a cada una de las unidades académicas: Tania Zaviezo, académica de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal UC; Angélica Fierro, académica de la Facultad de Química y de Farmacia; Cecilia Riquelme, académica de la Facultad de Ciencias Biológicas; Manuela Zoccali, académica de la Facultad de Física; y María Isabel Cortez, académica de la Facultad de Matemáticas, académica de la Facultad de Matemáticas y a cargo del eje.
“Nos reuniremos periódicamente para ir recogiendo y evaluando si las propuestas realizadas desde el eje, tiene sentido para cada facultad. Cada una tiene sus características: por ejemplo, yo puedo entender bien qué es lo que pasa en la Facultad de Matemáticas particularmente, pero quizás las principales brechas o prioridades que identifico no son tan relevantes para las otras facultades. Ahí radica la importancia de discutir y analizar las ideas con periodicidad y en directa comunicación con la Dirección de Equidad de Género de la Universidad”, explica María Isabel Cortez.
Ya cuentan con algunos puntos a desarrollar en relación con el tema de acceso a las carreras y se encuentran evaluando cómo se pueden implementar. También abrieron un concurso para un o una profesional con especialización en el tema de género, que vaya en apoyo de este eje.
La profesora Cortez explica que la idea es abordar este eje desde distintas dimensiones. “Por ejemplo, proponer e implementar iniciativas que tengan que ver con la inserción de estudiantes a carreras de ciencia, especialmente a las carreras de Física y Matemática, donde la brecha de ingreso entre hombres y mujeres es mucho más marcada que en las otras carreras”, explica. Pero, a la vez, también se debe abordar en términos de desarrollo de una carrera o de permanencia en ella, orientando iniciativas hacia el estudiantado incorporando al cuerpo académico, pensando en la importancia de sensibilizar al respecto y mejorar el contexto.
Para ello, la comisión trabaja muy vinculada con la Dirección de Equidad y Género de la Universidad, la que tiene un alcance en las distintas unidades académicas y que busca repensar y mejorar cómo se abordan estos temas, en términos de la cultura institucional. “Ya hemos visto un trabajo al respecto, que es el informe Mujer y Academia, desde donde se pueden recoger actividades para implementar con este objetivo”, explica la académica.
Para María Isabel Cortez, quien se integró a la UC en agosto de 2020, esta labor “es desafiante, me asusta un poco, pero me alaga en el sentido que se reconocen los años de experiencia en el tema. Soy investigadora titular en el Anillo de Matemáticas y Género, que trabaja en temas de género y ciencias con personas de matemáticas y ciencias sociales. También soy miembro del Colectivo de Mujeres en Matemáticas y trabajé varios años en la Universidad de Santiago, donde colaboré con la Dirección de Género”, cuenta.
“Siempre he pensado que hay un desafío en temas de diversidad, no solo de quienes forman parte de las comunidades académicas, sino en términos del abanico de actividades que se pueden desempeñar en el marco de las carreras científicas.Mi sueño, a corto plazo, es que las y los científicos tengan varias opciones en el momento de salir de sus carreras y que sean legítimas; que las opciones de desarrollo de carrera no necesariamente estén ligadas a la Academia, en caso de que hagas un doctorado. Este desafío es un foco del Plan Estratégico Ciencia e Innovación 2030: hacer nexos con la industria y sector público. Eso: diversidad en esos términos y de quienes componen la Universidad -que también incide en la diversidad de los perfiles de salida- es lo que esperaría en un mediano plazo”, concluye.
Gestión de Prensa: Nota original de Paula Arenas, Daniela Miranda y Nicole Saffie