Se dice que los fármacos del futuro
van a estar en las plantas medicinales o moléculas llamadas bioactivas, y que
sus efectos preventivos y terapéuticos en el tratamiento de ciertas patologías
dado sus efectos antioxidantes y enzimáticos, será una contribución invaluable
en el desarrollo de la biomedicina.
Y es que pese a las lamentables
cifras de miles de muertos y decenas de infectados por la pandemia del
coronavirus, hoy en día la biomedicina sigue alcanzado resultados positivos que
tienen un enorme impacto social asociadas a enfermedades crónicas de la vejez,
daño cerebral, neuroprotección; y alteraciones en la señalización celular, por
nombrar algunas.
Sin dudas que este año el planeta nos ha enviado un mensaje de advertencia muy fuerte: la humanidad tiene que reinventar su relación con la naturaleza. Pero… ¿es Chile un país idóneo para fomentar esa relación?
Chile tiene una geografía que
presenta múltiples desafíos pero también oportunidades. Con un gran historial
de plantas y algas endémicas con potencial terapéutico para el tratamiento de
enfermedades crónicas y degenerativas, la descentralización para la actividad
científica parece tener un buen pronóstico para fortalecer la investigación a
partir de las características propias de cada región.
Un claro ejemplo de ello es la Región de Magallanes: los musgos y hongos están acostumbrados a soportar condiciones de estrés importante como bajas temperaturas, vientos fuertes y poca luz durante períodos prolongados, y son algunas de las especies que están siendo analizadas para prevenir y tratar males asociados al envejecimiento en el Centro de Excelencia de Biomedicina de Magallanes, CEBIMA.
El Centro que cuenta con el apoyo de la Intendencia de la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena, así como con el apoyo de significativos fondos de desarrollo regional, contiene laboratorios equipados con instrumentos y equipamiento de investigación de alto nivel. El trabajo que se está realizando es innovador y único en la región, y pretende impactar en el mejoramiento de la salud y la calidad de vida de la población a partir de compuestos naturales de plantas.
Conmemoración de los 500 años del Estrecho de Magallanes
El siglo XVI fue el apogeo de la
llamada “era de los descubrimientos”. Fue precisamente el 21 de
octubre de 1520 que la expedición del navegante portugués Fernando de
Magallanes auspiciado por la Corona Española encontró un laberinto de fiordos y
pequeñas islas, que desembocó en el Pacífico y permitió completar la primera circunnavegación
del planeta: el Estrecho de Magallanes.
Sin duda, es una de las mayores
odiseas de la historia de la humanidad ya que se demostró que la Tierra era
redonda pero además que en la zona había una larga lista de animales y plantas
que jamás se pensó que existían.
La expedición quería abrir una ruta
comercial por Occidente con aquellas islas para conseguir estas exóticas
plantas aromáticas que entonces eran casi tan preciadas como el oro: clavo,
canela, nuez moscada, canela o jengibre.
En Magallanes a la fecha hay más de
30 especies de plantas que tienen características y usos medicinales. Considerando
que los nuevos medicamentos probablemente se encuentren en sitios remotos
sometidos a diversos tipos de estrés, como vientos y bajas temperatura, es muy
posible que se los puedan encontrar en las zonas antárticas y sub-antárticas de
la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena.
Con el desarrollo regional a través de la ciencia y la tecnología hoy es posible que esa zona que parecía tan lejana hasta la fecha, fortaleza la calidad de vida y el desarrollo sustentable de la región y ser uno de los centros de discusión científica más importantes no solo del país sino que también una de las bases del desarrollo científico para la cura de enfermedades crónicas en Sudamérica.
¡Conoce más sobre el CEBIMA en las siguientes cápsulas!
La Biomedicina y el Estrecho de Magallanes desde 1720 a 1920
La Biomedicina y el Estrecho de Magallanes desde 1520 al 2020